El origen de Coslada es difícil de determinar y está sometido a muchas interpretaciones. Probablemente se trate de una fundación romana dado el significado etimológico de Coslada: COS - Pedernal LATE - Abundante, extenso.
Su condición de enclave urbano data del siglo sexto, siendo posterior al asentamiento de la corte de Toledo. Desde el año 713, en que las tropas de Tarik llegaron a estas tierras en persecución de los visigodos y judíos que huían tras la toma de Toledo para refugiarse en Alcalá, hasta 1083, en que Alfonso VI las incorpora a la Corona de Castilla, no hemos encontrado noticia alguna sobre el pueblo.
LA ÉPOCA MUSULMANA
En la época musulmana es cuando Coslada se consolida como centro de producción agrícola, realizándose los primeros regadíos y especializaciones. Esta es la razón de que en las “Relaciones Topográficas”, de Felipe II, se considere a COSLADA como de fundación árabe, cuando en realidad ya existía con anterioridad como una agrupación de caseríos, dominados a legua y media por un castillo en las cuestas de Ribas, sobre el río Jarama. A nivel de curiosidad, digamos que en dicho castillo se retiró el caballero Gracián Ramíres, tras la toma de Madrid, y desde allí hostigaba a los musulmanes con la intención de hacerles retroceder cuando menos más allá de Atocha, según narra Fray Francisco ce Pereda.
HASTA EL SIGLO XVI
Con la toma de la fortaleza musulmana de Alcalá-en Ar, COSLADA y las demás tierras de Alcalá son donadas por Alfonso VII a la mitra Toledana, en recompensa por la intervención del arzobispo de Toledo, don Bernardo, en esa acción guerrera y, en general, por su labor a lo largo de toda la Reconquista. Comienza aquí lo que será una de las constantes de la historia de Coslada: ser siempre una tierra de propiedad de un señor, bien fuera noble o terrateniente que las arrendaba a los agricultores.
Estos campos, agrícolamente pobres, fueron testigos de la huida de Alfonso VIII, tras ser derrotado en la batalla de Alarcos por los almohades que los reconquistaron para el poder musulmán (1195), tras firmarse una tregua entre Alfonso VIII y Almanzur.
Definitivamente reconquistadas para la corona cristiana, una de las primeras referencias concretas que existen data del tiempo de Fernando III (1230-1252), en la que se dice que COSLADA pertenece al Sexmo de Vallecas, uno de los tres en que se dividía Madrid, junto a Getafe y Villaverde.
De este siglo data, probablemente, su escudo de armas: un león rampante entre laureles, sobre campo de plata.
Con la llegada de los Reyes Católicos se funda la llamada Hermandad, especie de milicias destinadas a perseguir y acabar con el bandolerismo que azotaba los caminos y pequeños pueblos como el de COSLADA que, cuando Cisneros funda el colegio mayor de San Ildefonso, era poco más que unos caseríos situados a media legua del Jarama.
LOS SIGLOS XVI Y XVII
Desde las fechas anteriores no hemos encontrado más noticias hasta 1521, año en que se repartieron quince picas entre sus habitantes como contribución a la lucha comunera contra el emperador Carlos I, lo cual da una idea de la escasa envergadura de la población. Cuando Felipe II, en 1561, instaura la capitalidad en Madrid, imprime un gran impulso a toda la comarca, fomentando las rutas que comunican con ella, que para COSLADA, se centran en el camino Real de Manzanares.
En 1576 COSLADA figuraba como aldea de Madrid en el reino de Castilla, acudiendo para los repartimientos a Madrid de la que distaba dos leguas, y para apelar pleitos a la Chancillería de Valladolid, a 30 leguas. Pertenecía al arzobispado de Toledo y arciprestazgo de Madrid y en su parroquia se veneraba a San Pedro y San Pablo.
La iglesia era exenta, y junto a ella se agrupaban algunas casas, unas con techo de paja y otras de tierra cubiertas con madera y encima teja, en las que vivían entonces 30 vecinos o familias, que fueron disminuyendo:
“Todos campesinos menos dos, padre e hijo, que presumían de hidalgos, pero sin poder probarlo”
Coslada no tenía molino propio, debiendo desplazarse al de Torrejoncillo de la Ribera, que era propiedad del Conde de Barajas, al que pertenecían también la ribera, los peces y las anguilas del río.
Tampoco las tierras eran de sus habitantes, sino del noble que las arrendaba, disponiendo que el trigo y cebada producidos se llevase a Sevilla para posteriormente embarcarlo a un navío y hacerlo llegar a las Indias. De allí vendría cargado de riquezas con destino a las arcas nacionales, de las que una pequeña parte redundaría en su beneficio. La paja sobrante iba destinada a Madrid. También tenían un poco de ganadería lanar y algo de caza. La leña, por el contrario, escaseaba, debiendo ir a buscarla al Real de Manzanares, a ocho leguas.
A pesar de todo, conoció un cierto florecimiento económico y demográfico que sería breve, según se deduce de los libros parroquiales, que se conservan desde 1584. Su declive se debe, al igual que el resto de las poblaciones de dicha época, al azote de la peste y otras epidemias, unido a las guerras estériles que se desarrollaron durante todo el siglo XVII.
Las rentas eclesiásticas y el salario del curato de Coslada, debían ser pagados por la Universidad de Alcalá, según se evidencia en el mandato del Rey, 1665.
EL SIGLO XVIII
En 1700 ya se sabe que contaba con Ayuntamiento propio, pero no se conserva su archivo. Este fue incendiado por las tropas austriacas del general Conde Starhemberg cuando huían del ejército franco-español, tras la derrota en la batalla de Villaviciosa (10 de diciembre de 1710). Asimismo, fue quemado y destruido parte del caserío durante esta Guerra de Sucesión. Otros pueblos próximos, como San Cristóbal, a un cuarto de legua, corrieron peor suerte, terminando por despoblarse.
Este decrecimiento continuó: en 1785 habitaban en Coslada únicamente 64 personas, formando siete familias (de las 30 que había doscientos años atrás) habiendo nacido tan solo 15 personas y muerto 11 durante ese año y los cuatro anteriores. Su extensión estaba comprendida entre la legua y media de este a oeste y los tres cuarto de norte a sur.
El Ayuntamiento estaba compuesto por dos alcaldes ordinarios, uno por el estado noble y otro por el general, un alcalde de campo o de la Hermandad y un procurador común, nombrados estos dos por el corregidor de Madrid a principios de cada año.
Según narra el inquisidor Mauricio Puigmedón y Sánchez, en esa fecha el pueblo es muy pequeño, sin edificios notables ni más interés que una fuente de agua gorda con pila y un pequeño lavadero para uso público a 1.000 varas. Los árboles, fundamentalmente álamos negros y chopos, no sumaban los doscientos.
En esta época los vecinos sin trabajo se dedicaban a sacar piedra, pues en toda la zona, como veíamos, hay una gran cantidad de pedernal, llevándola a Madrid en sus carretas y con recuas.
La agricultura, trigo, cebada, centeno y avena, se encontraba muy abandonada, fue poco favorecida por la recién creada Sociedad Económica Matritense, interesada por los problemas del campo y el acontecimiento de obras de riego y de comunicación.
En 1793 Carlos IV le cede a Coslada dos rs. de agua para fuente pública, con obligación de pagar los gastos en razón de los beneficios.
EL SIGLO XIX
A partir de estos años comienza una paulatina recuperación, experimentando tardíamente el avance demográfico general del siglo XVIII.
A principios del XIX forma un solo término municipal con San Fernando, que le es agregado alrededor del 1818, pero vuelven a separarse pocos años después.
Así va creciendo llegando a tener 264 habitantes en 1864, agrupados en 66 vecinos o familias, de las que había 52 votantes que elegían a seis concejales.
De cualquier forma, el tamaño de Coslada es aún muy reducido y en 1875 hay apenas una docena de manzanas en torno a una calle principal. Poco más tarde se construye un pequeño paseo con una hermosa arboleda.
Antigua Casa Consistorial de Coslada
Al acabar el siglo XIX (1899) Coslada cuenta con un pequeño edificio para Casa Consistorial y unas modestas escuelas de primera enseñanza. Sus habitantes llegan a sumar trescientos (309 de hecho y 324 de derecho) y de dedican a una atrasada agricultura basada en el trigo, poca cebada y algún garbanzo. La ganadería era básicamente lanar y aún había algo de caza. Su contribución era de 10.000 pesetas (8.685 x 1.3151 pesetas). En su término se hallaba el despoblado de Torrejoncillo o Torrejón de la Ribera.
EL SIGLO XX
La población anterior se mantuvo hasta 1920, año en el que se cifraba en 312 habitantes. A partir de ese momento hasta 1950, fecha en la que se alcanzan 899 habitantes, si bien el pueblo permanecía prácticamente igual que en 1875. El verdadero crecimiento comienza a partir de 1950, con el siguiente ritmo:
1960 3.695
1970 13.412
1975 33.434
1980 53.952
es decir, un 400% de crecimiento cada diez años
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